Hotel Rumour, donde nada es lo que parece
Hotel Rumour, donde nada es lo que parece

Hotel Rumour, donde nada es lo que parece

En el corazón histórico de Leiden, un antiguo establo del siglo XVII es transformado en un espacio ecléctico y sorprendente, que cuenta con un bar de cócteles, instalaciones artísticas y ambientes teatrales diseñados por Studio Modijefsky.

Una identidad ficticia para una experiencia real

No es un hotel, pero tiene todas las apariencias de serlo. Hotel Rumour es uno de los proyectos de diseño de interiores una refinada puesta en escena creada por Studio Modijefsky, que ha transformado un antiguo garaje de carruajes de 1657 en un lugar de encuentro vibrante y fuera de lo común. Ubicado al pie del castillo Burcht van Leiden, el proyecto juega con la idea de hospitalidad, construyendo una identidad imaginaria completa con logo, merchandising e incluso una exposición de souvenirs.
Aquí se puede cenar, tomar un cóctel, bailar o charlar, pero no pernoctar: la experiencia está totalmente en el momento presente.

Hotel Rumour, donde nada es lo que parece

Ambientes de brasserie y detalles a medida

La primera impresión se juega al aire libre, en la acogedora terraza que recibe a los visitantes con bancos de madera a medida, sombrillas coloridas y muebles de metal azul.
El interior es una secuencia dinámica de ambientes ricos en detalles: obras de arte, muebles vintage, luces personalizadas y materiales elegidos con cuidado. Los bancos de madera y cuero azul, las mesas de mármol y madera y las paredes de estuco beige crean un diálogo entre elementos históricos y toques contemporáneos. El bar, con su encimera de terrazo y paneles de madera decorados, se convierte en el centro visual y funcional de toda la planta baja.

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Espacios ocultos y juegos de luz

Detrás del bar se esconde una íntima alcoba con vistas a la plaza, mientras que los juegos de luz - entre cilindros suspendidos, elementos impresos en 3D y espejos brillantes - acompañan al visitante a lo largo de todo el recorrido. Las vigas de madera a la vista, dejadas al natural, evocan la historia del edificio, antiguamente un refugio para carruajes, y ahora escenario de experiencias multisensoriales. La variedad de asientos y mesas - algunos de diseño, otros recuperados - refuerza la identidad ecléctica del espacio.

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El encanto teatral del piso superior

Subiendo las escaleras decoradas, se entra en un mundo más íntimo y escenográfico. Una sala de estar reservada con sillones de terciopelo abre paso a La Suite Petite, una sala privada para ocho personas con bar personal y cortinas decorativas rosadas.
En la cima, el Salón Royale ocupa todo el ático, con techo de vigas, paredes espejadas y un bar de cócteles que retoma los materiales del piso inferior. Aquí se alternan pufs, divanes, luces esculturales y una mezcla ecléctica de muebles, en un ambiente que sigue siendo acogedor a pesar de la escalera.

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