Una casa, un gesto: vivir bajo una única estructura.
Una casa, un gesto: vivir bajo una única estructura.

Una casa, un gesto: vivir bajo una única estructura.

Un pequeño refugio en Mar del Plata, en el barrio jardín de Santa Celina. Una casa compacta que surge de la exploración del espacio, difuminando los límites entre interior y exterior, entre arriba y abajo, para vivir lo mínimo como si fuera lo máximo.

Un terreno atípico para un proyecto único

En el corazón verde de Santa Celina, al sur de Mar del Plata, un lote con una forma inusual se convierte en el escenario de un gesto arquitectónico puro a cargo de TAM-Guillermo Elgart. La topografía del terreno, con la calle más baja que la altura natural, ofrece la oportunidad de excavar y modelar el espacio, creando un patio central que se introduce como una lengua de tierra en el corazón de la casa. Al frente, un camino arbolado; en la parte trasera, un curso verde peatonal. Un lugar de paso y de descanso, de tranquilidad y movimiento.

Una casa, un gesto: vivir bajo una única estructura.

Una estructura simple que se convierte en protagonista

La casa se apoya delicadamente en el terreno modelado: un sistema de columnas metálicas paralelas a la calle sostiene una serie de vigas invertidas que recorren el terreno de frente a fondo. De estas vigas, una losa de cemento se suspende y se dobla a lo largo de los bordes, definiendo la caja arquitectónica y los muros medianeros. Todo se reduce a lo esencial: no hay adornos decorativos, porque es la estructura misma la que se convierte en forma y significado. Este enfoque se encuentra dentro de la filosofía de muchos proyectos de arquitectura contemporánea, en los que la construcción no es solo un soporte sino también un protagonista, resaltando la pureza de los materiales y las geometrías.

Una casa, un gesto: vivir bajo una única estructura.

Variedad de caminos y libertad de movimiento

A pesar de sus dimensiones reducidas, la casa ofrece múltiples caminos y la posibilidad de elegir cómo atravesar el espacio. Todo gira en torno al patio excavado, desde donde se puede circular libremente, sin restricciones. La línea que separa el interior del exterior es fluida: se puede habitar el nivel del suelo, la terraza suspendida, la galería o el parque, en un constante diálogo entre ambientes. La experiencia de habitar se convierte en un recorrido sensorial, donde cada paso ofrece una nueva perspectiva.

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Vivir al mínimo como si fuera lo máximo

El proyecto explora la relación entre el espacio y la estructura, convirtiendo la simplicidad en un manifiesto. Todo está contenido bajo una gran cáscara, una piel arquitectónica que abraza y ordena cada ambiente: la zona de estar, el patio, la parrilla, el estacionamiento e incluso los árboles. No existen jerarquías rígidas, sino un sistema continuo de miradas cruzadas y fugas perspectivas. Esta casa es la esencia misma de los proyectos de arquitectura minimalista: vivir con poco equivale a vivir plenamente.

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