La casa en la isla y la luz del sur
En el evocador marco de Filicudi, donde Sottsass pasaba los veranos junto a su compañera Barbara Radice, la materia se fusiona con la luz, y la arquitectura se reduce a lo esencial. No es casualidad que sea precisamente desde este lugar —una isla áspera y poética— que se desarrolle el hilo conductor de la exposición. Las obras seleccionadas, desde los años sesenta en adelante, devuelven el valor del silencio, la espiritualidad y la memoria afectiva de las cosas. "La luz también cuenta la arquitectura", escribía Sottsass: y en la exposición, la luz se convierte en metáfora, guardiana de historias y atmósferas.